En fin, la madre, encanutándose la guita, se compró un I Phone, un par de zapatillas y alguna ropa. Por el vuelto le habrían dado un par de Sugus.
Esto paso, gente. No es joda, fue en Shangai. En China, creo, pero si no son chinos, son chinos igual.
Ahora, la pareja afronta un juicio, en el que seguramente se lo condenará a prisión perpetua por trata de personas. Las penas, allá, también incluyen el conteo ininterrumpido de granos de arroz, durante 23 años, o el harakiri.
Fuente: http://www.informador.com.mx
Por Elor Torroto
Tweet |
No hay comentarios:
Publicar un comentario