El Diego, el barrilete... ¿cósmico?.

¡Tota, conseguí laburo!

“Yo nací acá y acá me muero, el mismo cielo en que nació el Diego”, reza una canción de culto de un grupo selecto de jóvenes marginales mientras inhalan poxirrán y suben a la moto para meter fierro en alguna estación de servicio. Afortunadamente, la adminiración por D10S trasciende clases sociales. Y los que somos ricos, también sentimos desfallecer de admiración con sólo mencionar la palabra 'Maradona'.

Representante histórico de los descamisados, clases medias bajas, bajas, re contra bajas y hundidas, el Diego siempre defendió los derechos de los desposeidos.Nadie resiste a un archivo: a continuación, la imagen lo muestra en un plenario con el dictador Videla, dónde nuestros ídolos seguramente están luchando por los derechos humanos.

 ¡Grande barrilete!... cósmico. Claro.



“Más que cristinista, soy oficialista”. Desde años inmemoriales el Diego Armando apoya la argentina, la ama, es su pasión, vive por la celeste y blanca. Por eso, apoyó todos los gobiernos poniendo en práctica su poderoso humectate bucal de productos textiles políticos.

No se atreve a mirarme a los ojos. ¡Giles! ¿Quién tuvo los huevos para defender las privatizaciones? ¿Quién, sino el mismísimo Diegote? Ducho, no solo en temas políticos, sino también en económicos, nunca dudó en prestar sus servicios al Mingo, Do.

Si yo soy así, no es por culpa de la droga. Hundido en un fuerte abrazo de afecto, estas imágenes denotan que Diego es sinónimo de Pueblo.

Todos atrás y Cristina de 9. El tiempo pasa, tiempos drásticos requieren medidas drásticas. Luego del glorioso 0-6 con el poderosísimo seleccionado boliviano, Pelusa se reune con nuestra comandante, mientras le da la espalda... si, ¡la espalda del Diego! ¡La misma espalda que vieron los 7 ingleses en el 86'!... al innombrable: Grond*na.

Política interracial. “A Chávez lo amo”, afirmó Dieguito y continuó “a Dólar también”, mientras empacaba para dirigirse a entrenar tomueres en Dubai. Reivindicándose nuevamente, colaboró con su imagen con la naciente -apenas menos de un siglo de vida- revolución cubana.

Por Elor Torroto

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